En los años cincuenta, los aficionados del Torpedo de Moscú creían que la nueva estrella del fútbol mundial vestía sus colores. A Eduard Streltsov no había quién lo parase, lo comparaban con Pelé, y algunos defienden que podría haberlo superado. Pero en vísperas de la Copa del Mundo de Suecia, fue arrestado y mandado al gulag, lo que obligó a miles de seguidores a reconsiderar su admiración. En esta deslumbrante novela biográfica, Jonathan Wilson nos habla del auge y de la caída, del estrellato y del alcoholismo, de la verdad y de la mentira a través de un personaje sombrío que estaba preparado para ganar todos los partidos excepto el más importante.
Como dijo en una ocasión Paul Auster, el fútbol es el milagro que le permitió a Europa odiarse sin destruirse. El balón ha hecho más que cualquier otro proyecto político por la fraternidad en una tierra demasiado acostumbrada a pelearse consigo misma. Después de cada conflicto, fue necesario que la pelota estuviera ahí para hacer del continente un espacio de unión y no una trinchera perpetua. Por eso, cada vez que se celebra la Eurocopa, hay un pedazo del mundo que se mira a los ojos y se estrecha la mano. Por eso, cuando escribimos sobre los 60 años de historia de este emblemático torneo, en realidad estamos dibujando nuestros recuerdos, nuestros miedos y nuestros anhelos como europeos. Porque los sueños de Delaunay, Panenka, Charisteas, Aragonés o Éder, en el fondo, son también nuestros sueños.
Este viaje por Italia no pretende llegar lo antes
posible. El guía es Toni Padilla, que, con
un balón de acompañante, y a partir de temas
como la muerte, la música, el queso o los cromos,
se impregna de la doble alma del país.
Aquí están la Italia majestuosa y la Italia masacrada
por los prejuicios, tumbados en este
recorrido de norte a sur y de este a oeste. La
materia prima de las historias, que solo están
en el radar del autor, son los paseos por
la patria de Benito Mussolini, Rafaella Carrà
o Francesco Totti. Sus páginas son un mapa
donde se celebran los recuerdos y se saborean
los goles. Escritas con una prosa detallada y
una mirada pausada, que parecen de otra época,
ahora que nos falta tiempo para todo. Pero
el calcio no tiene prisa por bajar de este tren.