Como dijo en una ocasión Paul Auster, el fútbol es el milagro que le permitió a Europa odiarse sin destruirse. El balón ha hecho más que cualquier otro proyecto político por la fraternidad en una tierra demasiado acostumbrada a pelearse consigo misma. Después de cada conflicto, fue necesario que la pelota estuviera ahí para hacer del continente un espacio de unión y no una trinchera perpetua. Por eso, cada vez que se celebra la Eurocopa, hay un pedazo del mundo que se mira a los ojos y se estrecha la mano. Por eso, cuando escribimos sobre los 60 años de historia de este emblemático torneo, en realidad estamos dibujando nuestros recuerdos, nuestros miedos y nuestros anhelos como europeos. Porque los sueños de Delaunay, Panenka, Charisteas, Aragonés o Éder, en el fondo, son también nuestros sueños.
Un riguroso ensayo que describe la implantación del fútbol y la evolución de los colectivos de hinchas radicales en el Estado español. Se trata de un texto que nos ayuda a entender las pasiones que mueven a los grupos radicales organizados que animan a sus equipos, así como su composición y las tensiones que causan en nuestra sociedad. Una obra imprescindible para pensar la relación entre fútbol, política y violencia, que ofrece al lector una herramienta para pensar la función social que cumple el deporte en nuestras comunidades.
Los ochenta eran años difíciles. La reconversión industrial estaba dejando en cueros a Bizkaia, se sucedían las huelgas y los enfrentamientos de los trabajadores con la policía. En las dos temporadas que el Athletic sacó la gabarra, ETA había asesinado a 117 personas (secuestros, extorsiones, amenazas y atentados fallidos aparte). Eran malos tiempos para todos, y también para la lírica y la épica del fútbol. Pero es cierto que el Athletic era como un alto en el camino, lo que cada uno interpretó a su manera.
"Los desastres no son inevitables. No cuesta nada concebir un universo paralelo en el que Adolf Hitler se dedica a pintar acuarelas, Josif Stalin se queda en el seminario y Javier Clemente va a Leverkusen, en los suburbios de Colonia, a jugar al fútbol. En ese universo, libre de Auschwitz y del gulag, Valverde marca un gol en Leverkusen, el Espanyol levanta su primer trofeo continental y el mundo es más feliz".
No recuerdo cuándo dejé el fútbol. Solo sé que un tiempo después aprendí a controlar el balón con las figuras metálicas de un futbolín. A pocos metros del colegio, en un bar de La Maruca, había uno extraordinario, de madera maciza y mangos que se movían como pistones, mangos pegajosos. Las bolas tenían muescas. La última vale doble en caso de empate. Pasar por debajo al dejar al otro a cero. Cervezas en botellín. Vestidos. Los primeros móviles. Mejillones en salsa para doce. Cigarros. Licenciados en carreras que no te llevan por la banda, sino a sitios concretos. Nóminas de becarios y algún golazo con la media.
El fútbol es más que un deporte: durante siglo y medio, ha sido un poderoso instrumento de emancipación para trabajadores, feministas, militantes anticolonialistas y los jóvenes de los barrios obreros de todo el mundo. El autor rastrea el destino de aquellos que, practicando este deporte a diario, han sido eclipsados por los galácticos del balón. Cuenta también la asombrosa historia de las subculturas relacionadas con el fútbol nacidas tras la Segunda Guerra Mundial, desde los hooligans ingleses hasta los ultras que jugaron un papel clave en las primavera árabes del 2011. Al proponer una historia «desde abajo», dando voz a todos los protagonistas de esta epopeya, Mickaël Correia nos recuerda que el fútbol puede ser tan generoso como subversivo.
"Quitando esnobismos de criatura lesionada, la cosa se quedaba en Madrid o Barça, por ese orden, y uno se hacía del Barça muy de pequeño como se elige la melancolía frente a la euforia y los tonos otoñales sombríos frente a la brillantez deslumbradora de las luces de una sala de espera o de un centro comercial. Siempre me ha parecido que mis colegas madridistas llevaban un Napoleón dentro, y puede que hasta una Josefina, con esa obsesión por teñir de blanco Europa y el mundo".
Este viaje por Italia no pretende llegar lo antes
posible. El guía es Toni Padilla, que, con
un balón de acompañante, y a partir de temas
como la muerte, la música, el queso o los cromos,
se impregna de la doble alma del país.
Aquí están la Italia majestuosa y la Italia masacrada
por los prejuicios, tumbados en este
recorrido de norte a sur y de este a oeste. La
materia prima de las historias, que solo están
en el radar del autor, son los paseos por
la patria de Benito Mussolini, Rafaella Carrà
o Francesco Totti. Sus páginas son un mapa
donde se celebran los recuerdos y se saborean
los goles. Escritas con una prosa detallada y
una mirada pausada, que parecen de otra época,
ahora que nos falta tiempo para todo. Pero
el calcio no tiene prisa por bajar de este tren.