Se dice que el fútbol es algo más que un juego. Pero ¿qué tiene que ver exactamente con las relaciones internacionales? ¿Cómo y cuándo el deporte rey se convirtió en un instrumento geopolítico fundamental? ¿Puede considerarse un vehículo de la globalización y a los clubes como verdaderas instituciones para-diplomáticas? Desde las grandes potencias hasta los más pequeños Estados, pasando por las naciones y territorios sin reconocimiento, todas las piezas del tablero de ajedrez mundial tratan de proyectar su identidad, poder, valores, ideas, y movilizar a las masas para los más variados intereses y objetivos estratégicos. Este libro se adentra a explorar todos los entresijos del fútbol: su condición de «hecho social total»; la ineludible dimensión económica, con el punto de inflexión que supuso la pandemia o los nuevos modelos de propiedad; los retos, amenazas y oportunidades que plantean el presente y el futuro inmediato, como la polémica en torno a Superliga; el vastísimo mapa del fútbol independiente de la FIFA y los oscuros tentáculos de las mafias; y todo ello sin perder de vista las inextricables raíces históricas de estos fenómenos, que trascienden el ámbito puramente deportivo y cuya comprensión es clave para entender mejor las dinámicas de poder dentro y fuera del terreno de juego.La épica y el humor, tan fundamentales en su estilo, son dos constantes de estas narraciones, en las que Soriano dispone en la pantalla plana del papel todas las dimensiones del fútbol de barrio y las convierte en universales; regala lecciones de teoría del fútbol solo al alcance de los mejores literatos, pero también, a partir de las fantasías que evoca el juego, explora las ambiciones, las valentías y las miserias del ser humano. Como dice Ángel Berlanga en el prólogo, «una cancha de fútbol resulta, para él, un escenario propicio para enfocar al hombre; en un partido y sus alrededores caben el talento y la torpeza, la justicia y la corrupción, lo desmesurado y lo conservador, lo real y lo ficticio, el débil y el poderoso».Así, bajo el pánico a una irrupción terrorista, rodó el balón aquel verano. La selección española no dio pie con bola. Fueron nuestros «primos» italianos los que lo bordaron. Nadie daba un duro por que España lograse organizar un Mundial en una época tan convulsa y delicada; nadie tampoco daba una lira por que la azzurra hiciera algo meritorio. Pero el torneo cuajó, en lo logístico y lo deportivo: tuvo épica, lírica y magia.